YA LA OLVIDÉ
Yo... yo creo que ya la olvidé.
El pelo que rebelde
le cubría un ojo,
siempre el izquierdo,
la inquieta mirada
reveladora y enigmática,
la tentadora curvatura
que de cada hombro
desciende hasta el pecho,
henchido y palpitante,
el tobogán que lleva
por el abdomen al pubis
donde un laberinto
húmedo y sensible
detiene el avance
hacia ambas piernas,
curvo y alargado soporte,
de todo su cuerpo,
de toda ella.
Sí,
creo que ya la olvidé.