Naranja y amarillo, sobre el abdomen extiende sus rayos cual delgados brazos que se alargan envolviendo el cuello en cálido abrazo, rodeando los hombros en atrayente caricia, circundando la cintura para ceñir las nalgas, acariciando el pecho con sutil presión, sobrevolando el pubis -discreta tentación- hasta tocar las rodillas y desvanecerse en ellas.